Tal vez si hubiera
preguntado dónde. Tal vez si se hubiera molestado en escucharle...
Rudy bebía ahora con ahínco de una bolsa sanguínea que ya estaba
por la mitad; a sus pies, otras cuatro habían sido despojadas del
vital líquido. Rudy sentía cómo la vida se insuflaba poco a poco por sus
venas, tal era su metabolismo de vampiro. Un par de bolsas más y no
tendría que volver a sobornar a Michael en un par de semanas, que
ahora corría hacia él vociferando y con el rostro desencajado. El mismo rostro desencajado que ahora mismo mostraba Rudy, tras leer "CONTAMINADO: SIDA" en las bolsas vacías.
¡Héctor! Jáctate ahora con altaneras palabras, ya que te han dado la victoria Zeus Cronida y Apolo; los cuales me vencieron fácilmente, quitándome la armadura de los hombros. Si veinte guerreros como tú me hubiesen hecho frente, todos habrían muerto vencidos por mi lanza. Matáronme la parca funesta y el hijo de Leto, y, entre los hombres, Euforbo, y tú llegas el tercero, para despojarme de las armas.
jueves, 10 de noviembre de 2011
MADISON AVENUE
Tal vez si hubiera preguntado dónde.
Si sólamente se hubiera parado un sólo instante, tal vez todo el
horror y todo el dolor desatados no habrían sido en vano y las vidas
de una familia no habrían sido segadas inútilmente. Tal vez ahora
mismo Philip Mason, ex agente de la CIA, no estaría sentado en la
silla eléctrica, y tal vez Carlos Rubio, jefe del cartel Chinchilla,
no se habría evadido del país. Tal vez si el viejo Philip no se
hubiera visto ciego de ira y no hubiese irrumpido en el 123 de Madison
Avenue en lugar del 123 de Madison Street...
SAIKO
Fue entonces cuando el guerrero ronin dio
por perdida la batalla. Suavemente retiró el filo de su forjada katana, con un
suave y grácil movimiento descendente, que acabó por desarmarlo. Su oponente,
con la fría meticulosidad de lo cotidiano, separó su cabeza del tronco de su
ahora sí, ex-propietario. Su último pensamiento fue para la pequeña Saiko, que
pronto sería liberada en cuanto la noticia de su muerte llegase a oídos del
señor feudal. El viejo muere y la niña vive. Le parecía justo. Una macabra
sonrisa parecía atisbarse en sus ya fríos labios, separados unos dos metros y
medio de su cuerpo.
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