lunes, 8 de octubre de 2012

EL MAYOR GOL DE LA HISTORIA


Inspirado en "Cuartos de final en Goes", de Arturo Pérez-Reverte,
Artículo en "Patente de Corso": http://t.co/GPtDcHwA

Aprovechando la coyuntura de un nuevo «partido del siglo» —y ya van unos cuantos— entre el Fútbol Club Barcelona y el Real Madrid Club de Fútbol me permito hoy desempolvar un viejo capítulo de nuestra historia, recordándoles un soberbio gol. Tal vez no haya sido un tanto de la más bella de las facturas, pero eso sí, está considerado como el mayor gol de la historia. No hablo del emotivo gol de don Andrés Iniesta en Johannesburgo, que hizo campeón al equipo español, ni de aquel majestuoso zapatazo de Zinedine Zidane en la final de aquella Copa de Europa del 2002, la Novena de los madridistas. Ni siquiera voy a hablarles del gol de Dios, aquel que le marcó Diego Maradona a los perros de Albión, eso sí, con la manita. Aunque tengan mucho que ver los ingleses en esta historia. Pasen y vean.

Corría el año 1700 cuando se moría, el día de todos los santos, el último miembro de la rama española de los Austrias, Carlos II, hijo de Felipe IV. El tal Carlos fue llamado el «Hechizado», aunque un apodo menos condescendiente y más ajustado a la realidad hubiese sido «memo» o, directamente, «mentecato». Lo cierto es que el pobre hombre no tuvo la culpa de que sus antepasados con lazos de consanguinidad se hubiesen pasado los años fornicando entre sí, obteniendo como resultado al malpocado regente que, por cierto, era más feo que un pecado. A decir verdad, hasta aquí no hay mayor problema. Que se muere Carlos II, pues que ocupe el trono su hijo y santas pascuas. Ah, que no tuvo hijos. Bueno, entonces que lo ocupe un miembro de la casa real austríaca y todos contentos —por aquella época ni siquiera existían aspiraciones republicanas como tal, aunque el respetable ya llevaba tiempo con los cojones hinchados de tanto rey hijo de la grandísima puta—. Pues tampoco, porque Carlitos decide nombrar como sucesor a un sobrino-nieto suyo, un franchute que pronto sería conocido como Felipe V. Ya la tenemos liada.

No se me pierdan, que ahora viene lo bueno. El trono de España es reclamado por austríacos y franceses, que gozan del apoyo de parte de las tropas españolas, los fieles a Felipe V. Como los galos siempre se han llevado de pena con todo dios, entre las filas fieles al archiduque Carlos se encuentran Portugal, el Reino de Gran Bretaña, Saboya, el Sacro Imperio, Prusia y las Provincias Unidas (hoy Holanda). La Guerra de Sucesión Española estaba servida, y no vería su fin hasta que en 1713 se firma el archiconocido Tratado de Utrecht.

Los dos bandos se dieron de hostias en tres frentes: en Flandes y el Rin, en el frente italiano y por supuesto en la península ibérica. De la campaña española data la toma de Gibraltar por parte de los ingleses. El 4 de Agosto de 1704 arribó a la bahía de Algeciras una flota de navíos ingleses y holandeses compuesta por unos 12.000 hombres y 1.500 cañones, que debieron hacer frente a los casi 80 soldados borbónicos, 300 milicianos mal preparados y 120 cañones, 40 de ellos inservibles. Aún así, Gibraltar aguantó unas cinco horas de bombardeos, hasta que un batallón de 350 soldados catalanes, hartos de tanta bomba y tanta hostia, saltaron de los barcos e iniciaron el asalto terrestre. Desde entonces se conoce a la playita en donde desembarcaron como «Catalan Bay».

La trifulca se termina, como hemos dicho, con la firma del Tratado de Utrecht, en 1713. Todos ganan. Austria obtuvo parte de los Países Bajos católicos y varias posesiones en Italia, a cambio de renunciar al trono español. Francia gana el trono de España para Felipe V, que se convierte así en el primer Borbón español, aunque pierde importantes posesiones en favor de Inglaterra, que se hace con Terranova, la Acadia, la isla de San Cristóbal en las Antillas y la bahía de Hudson. Inglaterra es la gran vencedora, que obtiene de España no sólo Gibraltar sino también Menorca, confirmando así su supremacía en el Mediterráneo y en las rutas de comercio, gracias a sus privilegios en el mercado de esclavos, mediante el «derecho de asiento».

España también ganó. Ganó a un acérrimo monarca, que entre sus grandes virtudes contaba con la mayor de las destrezas negociadoras. Vean si no. Los ingleses, años después de lo de Utrecht permitieron recobrar Gibraltar. Jorge I de Inglaterra propuso a Felipe V recuperar el Peñón, siempre y cuando el obstinado Borbón interrumpiera el asedio de Sicilia. El regente con el reinado más longevo de España insistió en Sicilia y declinó la oferta del primer monarca de la casa de Hanover de Inglaterra e Irlanda.

Pero aún hay más. El Príncipe-Elector del Sacro Imperio Romano Germánico propuso de nuevo al monarca Borbón recuperar la soberanía de Gibraltar a cambio de parte de la isla española de Santo Domingo. Otra vez nones. El monarca español (francés, no lo olvidemos) dijo que antes muerto, que de eso nada. Se tuvo que tragar sus palabras cuando fueron los propios franceses los que arrebataron Santo Domingo a la corona española. Al final ni una cosa ni otra. En Sicilia se habla italiano y en Gibraltar español. ¡Ah, no! ¡Que se habla inglés, tú!

Lo dicho, que a los españoles nos han colado un buen gol. Y ahora espérate a que la UEFA (con otro gabacho al frente) no nos cuele otro y acceda a conceder a Gibraltar permiso para jugar competiciones europeas. A más de uno iba a darle la risa. Otros en cambio estarían muy orgullosos al ver eso de Gibraltar - Español. Aunque el mayor gol de la historia nada ha tenido que ver con Gibraltar ni con su soberanía, sino con las reales posaderas del Borbón, que ya lleva entre nosotros 300 años. Y decir que no ha salido ni uno bueno.

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